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Los bancos éticos rinden tres veces más que los tradicionales

Han pasado diez años desde que estallara la última crisis financiera mundial. En este periodo, los Estados europeos han gastado unos 750.000 millones de euros en rescatar de la quiebra a decenas de bancos en dificultades, comenzando por aquellos que habían invertido en los tristemente célebres créditos subprime. No obstante, no ha sido necesario gastar ni siquiera un céntimo en rescatar a cualquiera de los 23 bancos éticos y sostenibles presentes en Europa. Porque estos bancos, que conceden créditos para el desarrollo de la economía real e invierten en base a criterios sociales y ambientales precisos, han demostrado ser especialmente resistentes a la crisis.
Las razones de esta resistencia se analizan en el segundo Informe sobre las finanzas éticas y sostenibles de Europa, elaborado gracias a la cooperación de la fundación española Finanzas Éticas y la fundación italiana Finanza Etica, ambas pertenecientes a la red de Banca Popolare Etica. El Informe compara la estructura, el crecimiento y el rendimiento de los bancos éticos con el de los 15 bancos de relevancia global que tienen sede en Europa.
Estos son los resultados principales:
Rendimientos
En los últimos diez años (2007-2017), los bancos éticos y sostenibles han rendido más del triple que los bancos tradicionales, con una rentabilidad media anual del 3,98% frente al 1,23% (en términos de rentabilidad de los recursos propios). En efecto, hasta el 2006/2007 los bancos tradicionales pudieron disfrutar de beneficios inflados por la especulación y el endeudamiento, pero después terminó la fiesta y han salido premiados quienes, como los bancos éticos, no se dejaron tentar nunca por la carrera de los bonos exóticos con promesas de ganancias extraordinarias. Por expresarlo con una metáfora, los bancos tradicionales vencieron la carrera de 100 metros pero los bancos éticos siguen ganando el maratón. Por otro lado, la mayor parte del común de las personas ahorradoras es maratoniana y desea conservar el valor de sus ahorros en el tiempo, no son velocistas.
Crecimiento
Con la crisis, el crecimiento de los colosos bancarios europeos ha cesado o en cualquier caso se ha ralentizado mucho, mientras que los activos, depósitos, préstamos y el patrimonio neto de los bancos éticos y sostenibles aumentan en un porcentaje cercano al 10% anual. Solo por dar un ejemplo, de 2007 a 2017, los activos (y por lo tanto el total de las inversiones, los créditos y la liquidez) de los bancos éticos han crecido una media del 9,66% al año, frente al -1% anual de los bancos tradicionales.
Apoyo a la economía real
En los últimos diez años, la diferencia estructural entre los bancos éticos y los bancos tradicionales ha permanecido constante. Nos encontramos frente a dos tipos de banco profundamente diferentes: los éticos estructuran sus bancos de modo clásico, reuniendo depósitos y concediendo préstamos, mientras que los tradicionales se dedican mucho más a otras actividades (inversiones en títulos, servicios financieros, etc.). En 2017, la concesión de créditos representaba una media de casi el 77% de la actividad total de los bancos éticos y sostenibles, pero solo el 40,52% en el caso de los grandes bancos tradicionales.
Fondos de inversión socialmente responsables
La segunda parte del informe analiza los números de los fondos socialmente responsables: aquellos que invierten en acciones y obligaciones de empresas que cotizan en bolsa, o en títulos de deuda soberana, seleccionados en base a una serie de criterios ambientales y sociales. En este subconjunto del vasto mundo de las finanzas éticas y sostenibles, los números también están en continuo crecimiento.
En Europa, el patrimonio invertido en fondos éticos «best in class» o «mejores en cada industria» (aquellos que adoptan los criterios más rigurosos) ha subido una media del 9% anual entre 2015 y 2017, rozando los 600.000 millones de euros. El accionariado activo también está cada vez más difundido, con un número creciente de accionistas que participan en las asambleas de las empresas en las que invierten para solicitar información detallada y proponer mejoras en las estrategias de desarrollo empresarial en temas como medio ambiente o derechos laborales.
Desinversión de los combustibles fósiles
En la cuarta parte del informe se profundiza en un aspecto de las inversiones responsables que se está volviendo cada vez más crucial: la venta de títulos de empresas del sector de combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas) que aceleran el cambio climático con sus emisiones de gases invernadero. Ya son más de 1.000 a nivel mundial los bancos, fundaciones, órdenes religiosas, universidades, ayuntamientos, seguros y fondos de pensiones que se han desembarazado de diferentes maneras de sus inversiones en combustibles fósiles, por un total de casi 7,2 billones de dólares. Una cifra enorme, casi igual al 40% del producto interior bruto europeo. Aunque el movimiento Fossil Free (Cero Fósiles) cada vez cuenta con más adhesiones y compromisos de desinversión, aún existen fondos que se definen como «éticos» que se obstinan en invertir en las formas más sucias y peligrosas de petróleo, como la arena bituminosa o el petróleo de esquisto.
El informe identifica algunos instrumentos que los clientes – sean personas u organizaciones – pueden usar para verificar el compromiso real de los bancos o las sociedades financieras que les proponen inversiones en fondos éticos.
La normativa y las propuestas
Si bien los bancos éticos son estructuralmente distintos de los bancos tradicionales han demostrado, también, ser más resistentes a la crisis. Ahora, es urgente aprobar normativas a nivel nacional y europeo que reconozcan y premien esta diferencia. Los progresos realizados en este frente se documentan en la tercera parte del informe, que analiza cómo ha cambiado el sistema financiero en los diez años posteriores al estallido de la crisis, cuánto pesan todavía los grupos de presión de las finanzas en las decisiones políticas y cuántas oportunidades de reforma se han perdido por el camino en los últimos años, con el regreso de unos preocupantes aires de restauración a ambos lados del Atlántico.
En particular, el movimiento de las finanzas éticas desea ver mayor coraje por parte de la Comisión Europea, que está trabajando en la introducción de una definición universalmente aceptada de las inversiones responsables en Europa (taxonomía). Hasta ahora, la Comisión Europea parece querer concentrarse solo en los aspectos ambientales, dejando en un segundo plano los criterios sociales. Un error de perspectiva que Banca Etica, junto a la GABV (Alianza Global por una Banca con Valores) y FEBEA (Federación Europea de Bancos Éticos y Alternativos) está intentando hacer modificar mediante la presentación de enmiendas al proyecto de reforma.
Todas las cifras del informe sobre las finanzas éticas de Europa
- El informe compara los resultados de 23 bancos éticos y sostenibles con los de 15 bancos de relevancia sistémica de Europa (=demasiado grandes para caer).
- Los bancos éticos tienen una rentabilidad media (ROE=rentabilidad de los recursos propios) del 3,98% frente al 1,23% de los bancos tradicionales.
- Los bancos éticos financian la economía real, por eso el porcentaje de los créditos concedidos sobre los activos totales es del 77%. En el caso de los bancos demasiado grandes para caer, el porcentaje apenas llega al 40,5%.
- Los activos totales de los bancos éticos han crecido una media del +10% anual entre 2007 y 2017, mientras que en el caso de los tradicionales ha sido un –1% anual.
- Entre 2007 y 2017, los bancos éticos han tenido un crecimiento medio anual de préstamos del +11%. Los bancos tradicionales se han quedado en el +0,94%
- Entre 2007 y 2017, los bancos éticos han tenido un crecimiento medio anual de depósitos del +11%. Los bancos tradicionales se han quedado en el +2%
- El patrimonio neto de los bancos éticos europeos ha crecido una media anual del +10% en diez años, frente al +4% de los bancos tradicionales.
- En Europa, el patrimonio invertido en fondos éticos «best in class» o «mejores en cada industria» (aquellos que adoptan los criterios más rigurosos) entre 2015 y 2017 ha subido una media del 9% al año, rozando los 600.000 millones de euros.
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